Mientras Adela Román dice que los muertos son pocos, Acapulco sigue pintándose de rojo

Acapulco, Gro. 26-11-2018 -.- A penas se digería la noticia del domingo violento y todos se incorporaban a sus actividades cotidianas, la playa Tamarindos, que forma parte del "blindaje" militar que se aplica sobre la costera Miguel Alemán, recobraba su movimiento habitual. Alumnos de una escuela con capacidades diferentes, se aprestaban a participar en un evento a pocos metros del restaurante La Bocana.

El propietario de este restaurante y su personal, también empezaban sus labores, después de un fructífero fin de semana, algunos clientes llegaron a buscar refugio del calor de la mañana y degustar una bebida.

En forma sorpresiva, desconocidos ingresaron al local y abrieron fuego sobre el dueño y dos empleados, el primero cayó muerto al instante y los dos restantes quedaron heridos. Las detonaciones de arma de fuego provocaron pánico y miedo entre los padres de familia y maestros, que a pocos metros estaban con sus hijos en el evento para personas con discapacidades diferentes; algunos corrieron en busca de refugio y otros protegieron con sus cuerpos a sus pequeños de una bala perdida.

Después de unos minutos, que para algunos fueron eternos, la calma empezó a restablecerse y fue cuando se regresó a la realidad en que se encuentra el puerto de Acapulco.

En el interior del local, yacía sin vida el pequeño empresario, sus dos empleados se aferraban a la vida y pedían ayuda, mientras que a la escena del crimen llegaban curiosos y después de unos minutos hicieron acto de presencia, al fin, efectivos del Ejército Mexicano, así como elementos de la Policía Federal división Gendarmería, para cuidar a la víctima y esperar a que se levantaran las actuaciones de rigor, en tanto que los padres de familia y sus hijos se retiraban a toda prisa del lugar, ante el temor de que se repitiera otro hecho de violencia.

Las expresiones de repudió a tanta muerte violenta y a la incapacidad de las autoridades de los tres órdenes de gobierno, no se hicieron esperar, incluso, hubo algunos que pidieron la renuncia, tanto del gobernador Héctor Astudillo Flores y de la misma presidenta municipal, Román Ocampo.

Y es que a penas unas horas antes, los delincuentes privaron de la vida a dos personas sobre la misma costera, el primero en la playa Tlacopanocha y el segundo en pleno zócalo del puerto, que provocó el malestar de hoteleros y prestadores de servicios turísticos.

El restaurante se cerró y quedó en el interior las manchas de sangre de las víctimas, que son la evidencia del estado de indefención en que está la población, ante las actividades criminales y que no existe tal "blindaje" sobre la costera, del que tanto presume la alcaldesa Adela Román Ocampo, quien también se ufana que en su gobierno los muertos son poquitos en comparación a los que se cometían en la administración de su antecesor, Evodio Velázquez Aguirre, que eran de cinco a 7 diarios.